viernes, 22 de mayo de 2009

...LLEGÓ EL DÍA Y SE CORONÓ EMPERADOR DEL TOREO...

viernes, 22 de mayo de 2009


Pocas horas después, por encima de Torrespaña (El Pirulí pá los amigos) se asomó el Giraldillo, el Manzanares olía a Guadalquivir, porque un tal José Antonio desembarcó en Madrid para demostrar lo que es el TOREO, no hay palabras para describir aquello. Morante fue escultor, pintor, compositor y poeta, se emocionó hasta él mismo. Salió el Toreo del alma, porque cuando Morante torea su cuerpo se queda en el hotel y quien aparece en la plaza es el Alma. Torería pá diez toreros (como dice mi amigo Jose).

Al ruedo bajaron Belmonte, Joselito, Rafael “El Gallo” y Chicuelo, porque Morante se parece a todos aquellos, pero sólo se parece a él mismo, es una contradicción pero así es.Para qué hablar de verónicas, galleos, chicuelinas, muletazos lentos, molinetes… Para qué hablar de entrega, valor, arte, sentimiento, pasión, desgarro, genialidad, duende, señorío, sevillanía, embrujo… si eso ya lo sabe todo el mundo. Madrid se puso en pie e incluso tocó palmas por bulerías. Aprende ya Sevilla!!! Aprende a valorar y a querer a tu Torero, como lo hace Madrid. Porque José Antonio es el Torero de Sevilla, de Madrid y de España entera.

Como decía Alvaro Acevedo en 6toros6 buscas poetas quete escriban, pero ninguno es capaz de describirte a ti. Morante eres Morante…porque eres Morante y nada más. Fúmate otro puro en el callejón para que los que te critican se metan la medalla por donde les quepa, ya sean de la nobleza o del pueblo llano, porque no hay mayor noble que tú, Rey del Arte.Como Rodríguez Buzón le dijo a la Macarena: “ Reinas habrá pero como Tú ninguna”, yo te digo: “Reyes habrá pero como Tú ninguno”.

Hace 29 años, nació en La Puebla del Río (Sevilla), junto a las marismas del Guadalquivir, tiene sangre de las dos orillas, Sevilla y Triana, y ayer se sentó en su trono fumándose un habano y se coronó EMPERADOR DEL TOREO.




Algunas crónicas de la histórica tarde:

Y MORANTE DESPERTÓ AL DIOS DE LA VERÓNICA

Zabala de la Serna - ABC

Para los anales del toreo a la verónica hay que anotar una nueva fecha en moldes de oro: Madrid, 21 de mayo de 2009. Firmado: Morante de la Puebla, torero con alma de bolero. La tarde moribundeaba en un doble bochorno, climático y ganadero. Pero el cuarto de Juan Pedro se equivocó, y tras una salida cagona (literalmente), volviéndose al revés, se enamoró del capote de Morante sobre la misma boca de riego. Los lances se desplegaron como pétalos de empaque y sabor apaulado, mecido el viaje, dormido el lance. Veinticuatro mil gargantas cabreadas de pronto enroquecieron. Oles como cañonazos al viento. Y despertó el dios del toreo. No hay plazas a la contra que no se conmuevan con la verdad que liberan unas muñecas, una cintura, un pecho y un compás soñados. Galleó el genio de La Puebla por chicuelinas no al uso, sino voladas tanto con una mano como la que se queda sobre el eje que gira. Y la media fue bárbara. Creíamos de nuevo en los milagros. Pero no habíamos contemplado la gran obra del creador sevillano: un quite a la VERÓNICA (Vera Icon) en honor a los grandes del capote de todas las épocas habidas y por haber... La vida es mojarse: yo es lo mejor que he visto en el toreo de capa en mi vida. Hubo una verónica por el pitón izquierdo, la tercera o la cuarta del quite, de aquí a la eternidad, lenta, callada, estremecida, que levantó el edificio arrancándolo de sus cimientos. Al infierno que te vayas, yo me voy a ir contigo,porque yendo en tu compaña,llevo la gloria conmigo... Se lo cantaron a Cagancho en una soleá trianera. Los tendidos se precipitaban, se agitaban, se convulsionaban ante la revolución morantista. Todolo que diga está de más, las luces de los genios siempre prenden. La media verónica a pies juntos fue la coda precisa, enroscado el toro en vuelta abelmontada. Cayeron ramas de romero, un éxtasis colectivo sobre la arena. Morante se rompió. Otros versos sueltos por chicuelinas, otros apuntes alados. No picó al juampedro, y aun así el toro se le venía abajo explotado en la calma de un mar de olas que nacían del Sur. La derecha encajada en cintura a juego con el mentón, torerísima, a otro punto de velocidad del capote. Un kikiriquí, el deseo de sentirse con la izquierda, el deseo interruptus con el toro entregado, muy cruzado y provocador Morante. Habría que quemar los reglamentos como libros herejéticos en la Inquisición: ¿quién no se hubiera llevado ayer a Morante de la Puebla a hombros por la calle de Alcalá? ¿Cuándo vamos a ver torear así con el capote otra vez? Esta noche, esta noche, en la madrugada. Una oreja fue lo de menos. ¿Una oreja como cuáles otras? Las lágrimas de Morante regaron el crepúsculo, que sólo transmuta en amanecer lo puro.

Sobrero de José Vázquez con nervio -Morante estuvo inspirado en un inicio de faena imposible-, otro frenado para un Manzanares en actitud de ataque con el calamocheante quinto -¡espléndida estocada!- y un sexto con duración y nobleza para el confirmante Rubén Pinar, que cita con la muleta por Despeñaperros. Difícil y bonita fecha. Para enmarcarla: así tampoco habrá visto nunca torear a la verónica.

http://www.abc.es/20090522/toros-toros/morante-desperto-dios-veronica-20090522.html

LAS BELLAS ARTES, SEGÚN MORANTE

Antonio Lora- El Pais

Si las bellas artes son un compendio de genialidad, inspiración, creatividad, caricia, armonía e inteligencia, Morante de la Puebla elevó ayer el toreo al cielo merecido por la pintura, la escultura, la música... La belleza, en suma...

El torero sevillano soñó el toreo con el capote en una tarde que ha pasado ya a la mejor historia de la tauromaquia, y dejó a Las Ventas sobrecogida, conmovida, arrebatada y entusiasmada con un derroche de arte sublime y puro barroquismo. Su toreo fue una luz deslumbrante y cegadora que nos reconcilió a todos con la alegría y la intensa emoción que nunca debieron dejar de ser consustanciales a esta fiesta.


Fue Morante un torero transfigurado, valiente, enrabietado, entregado y, a veces, heroico, dispuesto a todo para alcanzar la gloria. Y la tocó con las yemas de los dedos, vaya que si la tocó, y sólo el irregular manejo de la espada le impidió instalarse en ella.


La grandiosa obra la cimentó el genial artista en el cuarto, con el que protagonizó una larga sinfonía con el capote, imposible de describir con palabras, porque fue sentimiento puro, embrujo hechizante y delicada orfebrería.


Salió el toro, cómodo de cabeza como los demás, y Morante lo vio de inmediato. Lo citó desde el centro del anillo y rasgueó cuatro verónicas -las dos primeras, excelentes-, y dos medias extraordinarias. Lo llevó al caballo galleando por chicuelinas vistosas, rematadas con otra media que fue un prodigio de plasticidad.


Cuando los tendidos empezaban a rugir, el torero, de nuevo, en los medios; el capote, por delante; el corazón, a borbotones, y lo vuelve a citar a la verónica. Diseñó, pintó, moldeó y musicó cuatro lances lentísimos, pura cadencia, sentimiento a flor de piel, y trazó otra media endiabladamente bella, con el capote enroscado por todo su cuerpo.


Pero no acabó ahí la obra del artista. Otra vez, ¿otra vez?, el capote acariciado por los dedos, y un quite por chicuelinas con las manos muy bajas, y la plaza ya enloquecida y enfervorizada por tanto resplandor. Otra media inexplicable e inimitable, derroche de arte total.


¡Qué borrachera de gozo! Ahí podía haber acabado la faena; ahí se lo podían haber llevado ya a hombros, porque el arte se disfruta más en gotas de esencia.


Pero quedaba la muleta, y resurgió de nuevo la torería del genio. Unos ayudados por alto y un pinturero kirikiki dieron paso a una tanda de cuatro derechazos inmensos, preñados de hondura y ligazón. El animal comenzó a dar señales de agotamiento, pero Morante lo intentó a pies juntos por la izquierda y algún natural brotó con empaque. De nuevo, ayudados, y un desplante final, con la muleta plegada, torerísimo, dieron paso a un pinchazo que supo a mala puñalada del destino.


La obra de arte estaba hecha. La vuelta, con una oreja en la mano, fue apoteósica. Sólo faltó, quizá, la música celestial de la sevillana Banda del Maestro Tejera, aunque la música callada del toreo tuvo su mejor intérprete en José Antonio Morante de la Puebla, que presentó ante su inválido primero sus mejores credenciales: una chicuelina, pura improvisación, un ayudado por bajo, un recorte, dos molinetes... Notas sinfónicas... ¿Alguna vez se ha toreado mejor con el capote en esta plaza?


No lo tuvieron fácil sus compañeros. Manzanares un cañón con la espada, sobre todo en el quinto, se las vio con un lote soso y descastado, y se lució, con un precioso quite por chicuelinas. Y el joven Pinar se mostró voluntarioso ante el tercero, y fue meritoria su actuación ante el noble sexto. La verdad es que era imposible llamar la atención después del éxito sin precedentes del torero sevillano.


http://www.elpais.com/articulo/cultura/bellas/artes/Morante/elpepucul/20090522elpepicul_8/Tes

UN MONUMENTO A LA VERÓNICA DE ENSUEÑO

ABC

Lágrimas en San Isidro, gotas cristalinas de emoción, puras como el toreo. Morante de la Puebla esculpió un monumento al lance más hermoso que un capote pueda aletear. Verónicas para la historia, de ensueño, con el sentimiento por bandera. Morante, con el mentón hundido y el corazón entregado; el público, con el alma estremecida y la mirada fija en el torero que resucitó la emoción dormida. Retumbaban los oles, la Monumental de las Ventas crujía. Las palmas rotas en las chicuelinas sentidas. El genio prendió también la pasión con la muleta. La torería siempre presente. Valiente Morante con el toro de Juan Pedro Domecq. Un pinchazo precedió a la estocada. Flameaban los pañuelos al viento. La plaza, un arco iris de color en tarde de puro y Chanel y cartel de «no hay billetes», se tornó blanca. El artista sevillano paseó una oreja, pero el galardón fue lo de menos. Sus verónicas, imantadas en la retina, aún mecen los sueños...

http://www.abc.es/20090522/opinion-/monumento-veronica-ensueno-200905220615.html


MORANTE MERECÍA EL HONOR DE SALIR EN VOLANDAS POR LA PUERTA GRANDE

Paco Cañamero – Tribuna de Salamanca

No se habla de otra cosa que de la exquisitez de los lances de Morante de la Puebla. Todo en el escenario venteño a la caída de la tarde del jueves cuando sacó la llave del arte para destapar el misterio de su grandeza torera. Sus lances fueron de tal belleza y magnitud que permanecerán para siempre grabados en el museo de nuestra memoria. Dentro de unos años se hablará, ¿te acuerdas de aquellas verónicas de Morante? Y todo el mundo añorará ese prodigioso toreo de capa que va a marcar otro capítulo en la historia venteña. La pena fue que enfrente tuviera a una babosa de Juan Pedro Domecq, que formó parte de un encierro, otro más, indecente de los muchos que se están lidiando esta Feria de San Isidro.

Además, el momento de paladear su magia llega en su mejor temporada. En la que está con la hierba en la boca, deseoso de aupar su nombre a lo más alto. En la misma que ya apuntó en la Feria de Sevilla que no iba a esperar ni un minuto más para ser coronado como el torero más grande de esta época. Que ya quedaban atrás las excentricidades, el no verlo claro, las dudas...

Ahora, Morante viene con ganas de arrear, de dar ese paso adelante que apuntó desde su primera feria como matador en Sevilla y, hasta ahora, por unas u otras causas, no había logrado abrazar. Aunque siempre quedaron atisbos de su torería, como sucedió un año en la plaza de Salamanca en la que su toreo voló por las nubes de lo sublime.

De todas formas, ésta ridícula oreja de Madrid, tras un faenón, del que todo el mundo salió toreando de la plaza ha dado lugar a infinidad de preguntas. Una de ellas, fíjense en que, por ejemplo, Morante no salió en hombros y sí lo hizo el francés Castella que fue premiado con dos orejas. ¿O el premio de Morante es, también, igual que todas las orejas que se han cortado en la presente Feria de San Isidro? Verdad que no. Algo falla.

Lo cierto es que el sistema hay que cambiarlo y hasta tenía razón Curro Romero cuando las rechazaba porque decía que eso eran únicamente despojos y lo que de verdad valía era el clamor del público, cuando, espontáneamente, saca a un torero en volandas después de cuajar una gran faena, como la de Morante, que merecía, más que nadie, el honor de atravesar la puerta grande en hombros de la afición.

En Madrid se han cortado varias orejas y, como se repetía, ha habido hasta una puerta grande. Pero quien de verdad cuenta es la grandeza torera de Morante. Sobre todo aquellos lances interpretados con tal belleza y magnitud que permanecerán para siempre grabados en el museo de nuestra memoria.

http:/www.tribuna.net/noticia.asp?ref=42475



Fotos: http://manonfotoblog.blogspot.com/, http://www.burladero.com/, http://www.mundotoro.com/

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