lunes, 27 de abril de 2009

MORANTE, MÁS ALLÁ DEL ARTE. VALOR, PODERÍO, TORERÍA, PASIÓN...

lunes, 27 de abril de 2009




Algunas crónicas de la tarde de ayer:
EL MILAGRO Y LA PASIÓN
por Fernando Carrasco, ABC

Acababa de concluir la corrida más esperada de la Feria de Abril, el mano a mano entre Morante de la Puebla y El Cid ante los toros de Victorino Martín. Festejo que supuso, como ya quedó apuntado en estas mismas páginas por mi compañero Vicente Zabala de la Serna, una decepción. Vamos, cuasi un hecho luctuoso.
Pero la genialidad está al alcance de muy pocos. Y en Morante sí se da. El diestro, tranquilo en aquellos momentos, al ser preguntado por cómo había discurrido la tarde y que qué pena de que las cosas no hubiesen salido como todo el mundo esperaba, soltó una sentencia de las suyas: «El toreo es un milagro, por eso es tan bello». Así de sencillo y así de contundente.
Una frase que encierra todo el compendio de la Tauromaquia de este torero de La Puebla del Río, guadianesco donde los haya a la orilla del Guadalquivir. No le pidan que expliqué cómo es su toreo. Él hablará, como lo hizo el otro día, de milagro.
Y ese milagro, tal y como lo entiende José Antonio, se dio ayer en el coso maestrante. Fue el su segundo de la tarde, quinto de lidia ordinaria. Y no fue el jandilla un toro fácil. Pero surgió el milagro de su toreo. Explicó por qué Morante es Morante y no hay que darle más vueltas. Al menos, para el que lo quiera entender.
Lo mejor de todo, la polémica que crea cuando torea. No es diestro de pasar inadvertido. Hoy leerán, y escucharán, opiniones de todos los gustos. Pero también Morante lo resumió anoche una vez concluyó la tarde: «Le he puesto mucha pasión a la faena».
Ahí queda eso. El milagro se produjo. Pero no porque, como la flauta, suene por casualidad. El «quid» de la cuestión radica en la pasión que Morante de la Puebla pone en todo lo que hace. Por encima de modas. La personalidad, la forma de sentir y de expresar esos sentimientos no se explican de otra manera que no sea por medio de la pasión. Que hablen, que hablen. ¿Verdad, José Antonio?.

VALOR, TORERÍA Y ARTE, ¡ VIVO ESTÁ MORANTE!
por Zabala de la Serna, ABC
Valor, torería y arte, ¡qué más quieren de Morante! José Antonio de La Puebla ha salido vivo de la victorinada y se ha crecido de moral y se ha asentado en su concepto. Análisis freudiano hago: en El Cid se ha dado el caso contrario. Qué buena tarde de toros dio ayer el genio sevillano. Las zapatillas atalonadas, suelto de brazos y muñecas, temple sereno, menos arrebatado que otras veces, más fluido. La muleta muy natural. En tres cruces de conversación coincidimos varios: cosas de Antonio Bienvenida. Los cambios de mano por delante, por ejemplo.
Oreja de verdad
La faena al quinto de una descastada, cuando no enferma, corrida de Jandilla le valió una oreja de verdad. El principio por alto emanó sabor, y la derecha ligada, uniendo cintura y pecho en compañía, desprendió lo mejor del toreo, vaciado en largo detrás de la cadera. El jandilla pronto, en dos series, empezó a querer quedarse cortito, sin terminar de humillar, con alguna paradiña que Morante aguantó respirando tranquilo. En una de éstas le sacó la muleta por detrás para ponerle la izquierda, los muslos ofrecidos, y tragó en un obligado de pecho que terminó en desarme rápidamente repuesto. La izquierda dibujó naturales contados e inmensos, eslabonados con una muñeca torera que cosió uno de pecho, aquel adorno, con el toro siempre a menos hasta el añejo abaniqueo. Hasta la media estocada tuvo su torería, como otra media verónica de cierre a un quite por chicuelinas aladas, como la vuelta al ruedo, con el capote plegado en el brazo izquierdo en vieja estampa.
También le sacó su jugo al más bruto y paradote segundo, de nula clase, entre las rayas. Morante de la Puebla traía plomo en los pies y tranquilidad en la mirada. Derechazos corriendo la mano, girados los talones para enlazar cada pase, echándole la tela como toda la tarde. Uno de la firma, una trincherilla, detalles sobre el fundamento de una estructura de faena ordenada y torera. Por el izquierdo, el domecq no tenía ni uno. La muerte fue pronta y el saludo desde el tercio, tan sentido como merecido.
LA ESENCIA DE LA PUEBLA
por Ignacio de Cossío, elcossio.com
Morante de la Puebla, fue el gran triunfador de la tarde y en sus muñecas brotó la esencia del arte. Con el segundo, un toro bien hecho al que Morante no encaja, lo toreó en redondo con una firmeza extraordinaria. El pitón izquierdo no tiene uno pero por el contrario se anima y compone un par de tandas rematadas con sendos y largos pases de pecho para ir abriendo boca. Menudo festín nos dio a todos. Que lástima que duró muy poquito por este pitón, el toro Viralimpio, el mismo al que José Antonio exprimió con torería y majeza digna de recordarse. La tarde no fue de casualidad y en el quinto comprobamos como destapó el tarro de las esencias marismeñas que hay en la Puebla. Atrás quedaron dos verónicas inspiradas y nacidas en la misma la cintura quebrada del torero sevillano para que alguien tome nota de cómo se paladea el sabor torero. La plaza cruje con el quite por Chicuelinas, muy ajustado y con ese gracejo especial que dan los toreros artistas que como Morante saben despertarse a tiempo de aquellos sueños apaulados para acabar de pintar las Meninas en medio del redondel. Si aquello no le convenció, recordemos las perfectas, limpias y templadas series en redondo que continuaron a su faena. Una faena por cierto, de mucho mérito realizada a un toro brusco y con genio que siempre exigió el máximo al torero. El toro que ya se había venido arriba desde banderillas, y poco a poco se vuelve más complicado en cada envite, nadie parece intuirlo salvo el torero. Morante domina el ayudado y la trinchera como el verso y la mar, Alberti. Ritmo y compás en la espesura de la tarde ganadera. Terminó Morante su faena y allí quedo sentado en una trinchera en mitad del ruedo el duende que se trajo consigo desde la Puebla. Como torearía y que ejemplo de solidez tendría su actuación que se aplaudió de principio a fin su aparición con el mismo entusiasmo que el día que abrió la Puerta del Príncipe, no sobró ni faltó nada, desde la verónica hasta el desplante encajó todo a las perfección como si de notas musicales se tratara en una partitura de un gran concierto alojadas en el pentagrama del director. Sevilla tiene torero para rato, como toree a partir de ahora de esta forma, no hay nadie que le tosa, ni siquiera los tomás ni los pereras.

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